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La lluvia hacía
la noche suya…
Distancia impertinentes
entre ella y yo.
Yo tenía un perro,
yo tenía muchas ganas de llorar.

Enormes agujeros por dibujar,
distancias que no quiero contar,
pasos como relatando el olvido
sonidos como a francés carcomido…

En la mesa me esperan para odiar más
los frutos de mi angustia, las veces que fui cero.
Los pecados de un marinero,
las luces fugaces de un marte taciturno.

Tus fauces benditas, me dieron sed
de odio, represiones ácromas,
cuentos que la noche no me deja callar,
cantan sobre mí espacios de lucidez,
odiosa lucidez, camino a tientas
ya sin esperanza…

Como anhelando algo,
como cuando tomaba un café
sobre el invierno, como al cruzar
el parque, como al hacerme infierno.

¿Qué me espera? ¿La luz?
Esta suave sensación de angustia,
recorriendo la espalda, esta inmisericorde
mirada sobre aquello que no quiero mirar:
yo mismo…

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