Showbiz, crítica al disco de Muse

El fluir de una melodía sobre nuestros sentidos pasa por convertirse en una experiencia frenética, una entrega total a lo envolvente del sonido, a la práctica casi mágica de observarse en la historia musical o en el torbellino incesante del ritmo que atrapa al oyente con el sentido o sinsentido de frases que pueden convertir al oyente en pura energía, en puro sentimiento o en pura tranquilidad- depende de lo que escuchemos-; pero en sí es un encierro es un dejar de ser para ser música para acabar por recomponer el sentimiento buscado donde la musicalidad es su mejor medio y su trascendencia es la capacidad de llevarnos desde la inmanencia de la familiaridad del sonido y nuestro gusto por él será expresado de manera vibrante en el ritmo y en el sello del desenfreno que produce sobre nuestros cuerpos y actos.

Vale la pena recordar alguna cita del libro “La Gaya Ciencia” de Friedrich Nietzsche, en la cual consideraba- dentro de los fines utilitarios de la música- como la controladora de dioses, pues el ritmo era capaz de coaccionar a un dios o el sentimiento que este podría producir . Y es que el sentimiento no pasa desapercibido la sensación de quedarse apoderado del sinfín de sensaciones que puede producir una melodía hacen que una buena canción destile sobre el que la escucha una preponderancia (en el pensamiento) de la melodía, de la voz y las líricas para mediante su inmersión lograr que se obnubile la razón, para que desparezca lentamente el sentido lógico del que escucha y sumergirse en el sentimiento que produce la melodía que controla, que destruye y finalmente que convierte a su oyente en parte de efecto trascendiendo la inmanencia del ser.

Me gustaría hablar del disco de una banda cuyo trabajo me parece el más exacto para lo descrito y es que tenemos en gran medida que el sentimiento que se desarrolla pasa por diversas etapas que el rock progresivo nos puede brindar para con el histrionismo de la voz y el acompañamiento musical se logre el efecto deseado: invocar la fuerza del sentimiento, de expresar en su composición pasión, entrega, destrucción, amor, desilusión proyectando sobre el oyente esa onda que solo puede ser capaz de transportarnos a un cuarto de sombras donde se añora con violenta melancolía la destrucción que producen su propio sentir, que busca la fuerza y la confianza del amor que renace en las entrañas del ser, pero que recuerda con tierna resignación cuánto cuesta perderse en el infinito de la angustia que produce la exacerbación de la locura de la pasión musical. Profundo, desde las alturas de una sobria tranquilidad- que aparenta muy sutilmente la alegría en “Unintended”- pero busca consumirse en el fondo de los sentimientos más oscuros del desamor y el desengaño “Showbiz” se muestra como una de las obras más colosales de Muse una banda realmente excepcional al momento de tejer hilos de angustia, triángulos donde se mezclan los claroscuros de las pasiones más diversas, hasta llegar al infinito silencio que puede producir la musicalidad de sus solos de piano o la pérdida total de toda pasión al momento de invocar sonidos sacados del algún otro universo de algún otro tiempo.

“Sunburn” no requiere de más presentaciones, la canción sabe envolverte por sí sola. Desde el solo de piano que la acompaña durante todo su desarrollo y es que la canción precisamente puede quemarlo todo es tan completa que satisface toda necesidad, todo gusto por buscar en la dimensión de la insania la presencia inevitable de ella que quema como un sol. Por ello, es precisamente su inevitable desenfreno el que convierte a la canción en una loa al misterio, en un canto extraño a veces lejano a veces tan íntimo que se puede sentir de forma permanente pero no con la misma intensidad porque el mismo hecho de su fuerza lo incendia no podría dejarnos disfrutar de sus solos de guitarra de sus letras casi oníricas de su pasión desbordada.

El mismo colapso de una emoción, la inconfesable sensación del dolor del desamor camuflado por sobre la desidia, la desesperación del grito oculta justo en el momento de avasallar con frases de hiriente desengaño. “¿Cuánto te cuesta amar?”, parece decirnos el estribillo clásico del amor que desaparece en la angustia del que ya no tiene sobre sí mismo el control de frenar el caos sobre todo lo destruido: la pasión hecha arma de destrucción es la oscura temática de “Muscle Museum”, mientras impeterrrito sonido del bajo señala el camino a la eclosión de sonidos que llevaran en una acompasada turbulencia hacia el éxtasis mismo del coro del canción. Además “Muscle Museum” pretende más, pues se asegura de transportarnos directamente a la piel del autor con la coacción producida por la fuerza de la guitarra, la distorsión vocal en busca del colapso total de las emociones para renovarlas en un acompañamiento de piano final que asciende hasta devolver a los inicios de la canción hasta hacerse partícipe del sutil desvanecerse que marca la tendencia progresista en las canciones de Muse.

“Falling down”, es una estrategia bastante sofisticada de hacernos caer en la telaraña que teje Muse al momento de componer una canción. El descenso es lento, tranquilo, pausado, pero efectivo, las guitarras encantan como sirenas a no oponer resistencia al consumo excesivo de la voz de Bellamy que promete perdernos en un bosque espeso donde la destrucción de sus letras corrompe la tranquilidad de la melodía, pero trasporta de una medida tan soñada a la armonía de la soledad. El desamor se oye, se palpa, se siente, pero existe una resistencia una añoranza, tal vez eso que buscamos no nunca estuvo ahí, “no me escucharas cantar”, pero queda la satisfacción de la destrucción mientras la guitarra envuelve todo y la voz de Bellamy se apodera de toda la canción no deja espacio para más. La fuerza se agota y el sentimiento se extingue, pero inesperadamente el final nos deja una sensación de que ocurrirá algo más algo nos espera “Now the world is upside down, I’m heading straight for the clouds”. No existe mejor frase para culminar tan buena canción.

“Cave”, si el disco pretendía llevarnos de una tensa calma a una sensación más fuerte, mientras las guitarras, la batería y la voz accedían a incrementar la adrenalina, “Cave” rompe con esa propuesta, pues en ella se destruye todo es una canción que celebra el placer del caos, la tiranía de los sentidos, la violencia de los sentimientos, todos encausados por un pulcro toque de piano de fondo que le da el estilo personal de Bellamy, pero donde el universo se centra en la batería que irradia esa sensación del descontrol total que estalla en la voz de Bellamy al cantar “come in my cave and I’ll burn your heart away”. Quedan entonces pocas dudas de la genialidad del grupo para llevarnos a lo extremo de la pasión, de lo frenético del sentir de una guitarra vibrar antes de continuar con una serie de explosiones que toman como tópico la misantropía, la soledad, la ira y el desencuentro. Pero cuando el oyente pretende darse por satisfecho, cuando pretende haber sentido toda la pasión de una canción con carácter ocurre un viraje excepcional la tensa calma se sospecha, pero solo queda como eso como una larga sospecha, y de repente se siente como el ocaso al desvanecer el día y la canción toma otra tonalidad más pausada y dócil, pero es exactamente el inicio de un solo de piano que termina con todo: es el eclipse de un sol radiante de furia para así volver acompañado de la voz de Bellamy en un grito excepcional y darle fin al atardecer de una canción que destila pasión y entrega.

“Showbiz” va más allá, parece atisbar lo que ocurre en disco, pues “Showbiz” resume la sensación imperante que recorre todo el disco, dibuja desde un plano lejano lo que nos espera al escuchar el íntegro del él, pero con una distinción más íntima, más propia. Batería para iniciar- imitando a alguna batalla por iniciarse- complementemos con el buen riff que hace que ascienda la adrenalina, ya que aumenta mientras la ansias de gritar se confunden con una guitarra en frenesí y la confusión se hace presente para terminar el nudo con una voz cada vez más exaltada en la cual se encuentra la paz el sosiego del caos donde todo está destinado para finalizar en un solo de guitarra genial que termina por disfrazar a la melodía como un auténtico crujir de la locura a la cual se puede llegar al perderse en una canción.

Sombras lejanas, como rememorando paisajes olvidados. Colores tibios para camuflarse en una lírica suave, pasar por sobre el fantasmal halo del amor en espera- la profunda sensación de un sueño que aguarda- la esperanza de renacer entre de entre el caos. Armonía en la cual se dibuja una profunda melancolía, pero esa misma tristeza se desborda (perece) al alcanzar la alegría de la esperanza. Un remanso donde es posible encontrar las combinaciones más sutiles de un alma enamorada, palabras que llenan el corazón, que animan a darlo todo, confundirse con ese sentimiento por el puro hecho de amar, compartir serenamente el anochecer de la soledad y la ternura por un amanecer tan brillante como inesperado. Quedan piezas, recuerdos encontrados de tormentas de paisajes oscuros pero la vida continua, la vida anhela con toda fuerza, con todo ahínco una nueva elección, una nueva oportunidad para vivir la soledad es por ello que “Unintended” rompe esquemas, pues rebaza el esquema trillado de la típica balada para darle un brillo único, un semblante donde lo que prima es la fuerza en la esperanza, donde existe en don por volver a construirlo todo, por amar otra vez, por jurar un “siempre” aunque de por sí este presente el peligro de temporalidad. Pretender entender esta canción sin haber sentido las ansias por consumirse entre las sombras del amor parece ser algo ilógico, si olvidamos que la música está fuera de los parámetros anticuados de la lógica y busca en el espíritu otro expresar. “Unintended” parece estar lejos de nuestras miradas, parece ser un canto lejano no hecho para nuestra mortalidad, parece expresar otro tiempo, otra mirada- lo descubro en la suave presencia de un cello- que pretende llegar a un paisaje fuera de nuestra imaginación antes de descubrirse en sus líricas y su ritmo una confesión más que aparente pero oculta en nuestra individualidad, pues “Unintended” es en sí un regalo para la musa de la música una muestra del poder que ella puede ejercer sobre la creación de los hombres. Todo mientras Euterpe susurra suavemente “you could be my unintended choice to live my life extended you should be the one I always love” desde lo etéreo del Olimpo.

La lentitud de las palabras se apodera en “Escape” la torpeza de ellas mismas se sienten como el toque de la locura, la fuerza de la sinrazón lo cubre todo en una canción que va descendiendo poco a poco a un abismo musical donde la guitarra parece ser el vehículo más adecuado para convertirnos literalmente en unos monstruos, para gritar esa culpa compartida esa inquietante necesidad de estallar de descargar todo lo que somos en "But I’ll still take all the blame, 'Cause you and me are both one and the same”. Nuestra propia insignificancia se traduce, nuestra propia necesidad de autodestrucción es ensalzada desde un espejo donde miramos lo incontrolable que puede ser perderse en esta canción que intenta como todo el disco al finalizar buscar regresar a esa tensa calma.

Cada vez que escucho el inicio de “Hate this & I’ll love you” me parece estar escuchando el inicio de alguno de los nocturnos de Chopin. Recordar ese fondo que no se pierde en la canción es casi transportarse a alguna noche la misma donde no se pretende describir más que lo que ya ha llegado a su punto mayor de maduración: las palabras se condensan con la melodía no existe un rompimiento entre ambos sino que los dos cumplen una función armonizan la intuitiva forma con la cual Bellamy piensa mostrarnos la crueldad del abandono, el sinsabor del desamor como fuerza destructiva, como se puede notar en las letras “'Cause I was born to destroy you”. Entonces la serie de mutaciones a las cuales sucumbe la canción parecen hacerse lejanas unas a otras distantes, pero son en sí producto del mismo sentimiento imperante, producen la misma sensación así parezcan tan lejanas en fuerza y todo esto es posible porque la voz de Bellamy sirve como puente como un comunicador entre todas para al final obtener ese desesperado canto que busca perderse que busca asimilar al oyente en una historia, que mediante su aparente tranquilidad final pretende no haber trastocado su intimidad, cuando realmente ha sido absorbido por ella olvidándose a sí mismo durante los minutos de su duración.

Realizar un comentario sobre el resto de las canciones me parece un trabajo bastante superfluo, pues no he logrado simpatizar del todo con ellas o bien en este caso captar lo que tratan de trasmitir de modo que pueda hacer con ellas una descripción minuciosa y adecuada, espero que se entienda desde esa perspectiva mi silencio frente a ellas.

Comentarios

  1. Notable la critica... me pasa exactamente lo mismo con estas canciones, tambien con UNO que no nombraste. En lo personal me llena de resentimiento y desamor (la letra habla por si sola).
    Hate this and Ill love you es mi favorita en este disco... es impresionante esta cancion. Me transporta y me ataca manejando mis emociones sin piedad, diria que es un martirio exitante escucharla.

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