Fernando de Szyszlo


Y dibujé sobre tus labios
las horas, la risa y mis miedos.
Te vi, divagar con las manos frías,
por espacios que eclipsan el corazón.

Devolví el tiempo al tiempo,
en cofres de arena, pequeños instantes que
dibujan tu piel. Me sentí un sol de mediodía,
me convertí en alas y en ser.

¿Y los espacios en blanco y
las preguntas no contestadas?
Se quedaron como gotas atrapadas
en un rebrote de la luz de ciertas tardes
sobre el piano y la esperanza.

Esperé, como suelen hacerlo los cangrejos,
bebí de tu silencio, anodina praxis.
Sobre el mundo caen tus pétalos,
yo solo me enamoro en cuarto menguante,
para  cuando suelo escribir
sobre la textura de tus cabellos.

Tú, infinita repetición de plateadas noches,
te alejas como un talismán de buenas nuevas,
te estremece el frío mar que cubre la noche
de sombras inventadas por mis pesadillas.

Me niego a pretender borrarte,
me niego a servir de reflejo de tus amores,
me niego a cambiar de piel, pero espero,
tontamente, pero lo hago:
un latido que suene a tu voz
sobre mi pecho.

Comentarios

Entradas populares