Morfeo, ella y las 4 am.


Pintura de Morfeo


Extraño tu mirada,
la pronta inseguridad
de saber que miras en mí
el vago recuerdo de lo inmediato.
La fórmula exacta que nos une:
 el vacío inexplicable
de encontrarnos aquí y estar en otros espacios.

El lecho vacío de lo egoísta de la imaginación,
los lunares que huyeron de tu espalda,
para hacerse cruel tormento de desiertos del corazón.
Duermes lejana en el pensar de una estrella,
nuestros ojos que se inmutan de curiosidad ¿ajena?
¡Ah! La historia sin fin de sus cabellos acariciar la madrugada
desconcertar mi mirada, habitar de tibia soledad en tu respiración.

Coincidencias nocturnas, el tenue palpitar de tu corazón
que estalla frente a la oscuridad de mi silencio,
tu aroma que baila entre el disfraz de Themis,
mi temor por despertar tus ojos, por acariciar lo invisible,
por permitirme palabras que hablen más allá del café.

Habita en el living Morfeo triunfante,
ella sueña con glorias surrealistas de un día de sol,
yo dibujo constelaciones en su honor,
cuando su lejana voz me dijo “quisiera aprender
a crear hechizos de diamantes”.

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