Arte, masa y política: el disfraz del realismo socialista como expresión de arte

Pintura del Realismo Socialista

La temática del arte es- sin duda alguna- uno de los tópicos que nos ha abierto mayor debate en diversos círculos académicos medianamente informados sobre temas que conciernen a su naturaleza y a su manifestación dentro de los claustros estudiantiles culturales. Es así que las manifestaciones “artísticas” de nuestros días se muestran en un gama de diversas expresiones las cuales tienen muchas veces como centro la creación política del efecto en la masa que consume un panel publicitario, una imagen representativa de la izquierda rusa o en fin cualquiera de sus manifestaciones. Partiendo de esa idea la naturaleza del arte como una expresión libre y desinteresada del hombre pasa a convertirse en una herramienta de creación de vínculos socio-políticos o como se le conoce dentro de la jerga de los movimientos de izquierda del llamado “arte con compromiso social”. Lo que se nos pretende hacer creer que es “arte comprometido” con la sociedad, que no es más que una herramienta de creación de vínculos de estrategias políticos sociales, y no una expresión del arte como tal, por lo tanto una manifestación de no-arte bastante bien disfrazada como lo pretenden difundir sus defensores locales.

Considera Mao Tse-Tung  toda expresión o construcción dentro de la superestructura debe de ir enfocada, junto con todos los esfuerzos realizados por la masa a la construcción de una sólida política social estratégica que marque el poder de las jerarquías[1], la institución de las bases económicas y finalmente la concientización del grupo social para la asimilación de las ideas socialistas. Es entonces precisamente en el tercer ámbito donde la producción de propaganda, panfletos, dibujos, poesía y demás se vuelve en ayuda útil para construcción del ideario de izquierda en la masa, puesto que busca de forma deliberada y “exige del artista una interpretación verdadera y concreta de la realidad en su desarrollo revolucionario. Y tiene por objetivo el colaborar a la transformación ideológica […] educándolos en el espíritu del socialismo[2]”. De esta manera, el efecto meditado que busca crear en el lector los puentes necesarios para modificar su mentalidad y acercarlo al socialismo como pensamiento a seguir, por ello, la tarea del poeta, del cineasta, del actor es en definitiva generar con su obra la construcción del socialismo. Entonces qué fenómeno es al que tienden éstas expresiones de qué título se habla cuando observamos aquellas figuras abarrotadas de hoces y martillos o a la “poesía” cargada de un melodramático discurso sobre la pobreza económica y la miseria humana, cualquier lector atento, podría haberlo notado desde un principio que el realismo socialista como expresión para la creación o la forma más clara para el adoctrinamiento de la sociedad.

El trinomio artista, obra y partido es el signo más representativo del realismo socialista[3], puesto que el trabajo del artista estará limitado al consejo y decisión del partido, por lo tanto su obra también estará meditada sólo al espacio del desarrollo en la esfera del comunismo, por lo tanto el efecto que se busca impulsar la creación de una paideia la cual tenga como puente el efecto estético para canalizar el ideario socialista. De este modo podemos comprender- sobre todo dentro de los grupos socialistas estudiantiles- que el frente al desgaste del discurso doctrinario y la pérdida de credibilidad entre las clases populares, requiere de un nuevo canal para llevar a cabo la tarea, pues lo realiza mediante el uso de la estética- o mejor dicho- de las carencias materiales del público al que busca llegar o del ideal de luchador revolucionario (llamase madre coraje, Che Guevara o artista comprometido) que comprometa al consumidor de un determinado estilo de vida que se desea obtener o como bien lo desarrolla Giovanni Krähe “¿Pero de qué tipo de estética política estamos hablando realmente? Como ya [he] mencionado, el secreto, al parecer, no está en la doctrina o el eclecticismo entre ellas, sino en el uso  recursivo y totalizante de contenidos estéticos, de la imagen estética[4] (para lograr el objetivo). Con todo lo expuesto podremos hablar de una expresión artística o de arte, en el más noble de sus sentidos- dentro del realismo socialista o dentro de alguna de sus variantes- más o menos ligadas o parecidas al efecto que busca conseguir- evidentemente no, puesto que el fenómeno de la articidad el cual estamos observando es el del Kitsch.
Imagen de propaganda del Partido Nacional Bolchevique de Limonov


Ahora bien partamos por entender qué es el Kitsch artístico para luego entender qué es el Kitsch político que se desarrolla en el realismo socialista. En primera instancia tenemos una de las definiciones más acertadas sobre lo que es el Kitsch es la que nos ofrece Umberto Eco, pues lo define como prefabricación e imposición del efecto[5], de esta manera el Kitsch no sólo se compone como el facilismo de parte de un individuo o grupo de estos con el afán de satisfacer experiencias estéticas, sino que esconde en su naturaleza un vicio del arte que es el la falsificación de la vida y este a su vez es la esencia del llamado Kitsch político. El Kitsch pretende la asimilación de un efecto o la reiteración del estímulo al punto de llevar, como dice Eco, no a una creación por parte del lector o llevarlo por la senda del descubrimiento o la contemplación del arte, sino a que participe obligatoriamente de un efecto predeterminado[6] o finalmente que resalte de forma exagerada sólo un estímulo en la obra opacando de manera arbitraria todo el contenido en sí de la obra. Entonces el arte en sí mismo y como tal carece de efectos, además es una contemplación en sí y para sí, pues de lo que se trata es lograr crear o disfrutar de ésta sin la presión del interés o del efecto que se encuentre en medio, por lo tanto todo fin “heterónomo, cae  dentro de la rúbrica más genérica de una artiscidad que actúa en varias formas, pero que no debe de confundirse con el arte”[7]. Este vicio de falsificación de la vida es en un fenómeno que concierta a las masas, puesto que como afirma Milán Kundera, “el kitsch no puede basarse en una situación inhabitual, sino en imágenes básicas que deben de grabarse en la memoria de la gente[8]”, esto como parte de lo totalizante que puede ser el Kitsch cuando este mismo se convierte en un arma de trabajo político que desfigura y tergiversa la auténtica creación del arte, cuando en realidad este esconde tras un biombo de muerte[9].

El Kitsch artístico que es el realismo socialista es a su vez consecuencia de la implementación de las políticas limitantes en materia del arte del socialismo. La generación de efectos que buscan producir el llamado realismo socialista sólo falsea la realidad o exagera los efectos buscando de manera deliberada el adoctrinamiento en la masa y con ello el robustecimiento de sus filas, pero niega el acceso a una contemplación desinteresada en el arte o en su disfrute, por ello, es que el realismo socialista y sus expresiones semejantes son consecuencia de artiscidad o finalmente medio de publicidad que se usan para alcanzar un fin político social el cual se encuentra lejos de la verdadera esencia del arte.



[1] Extraído de: http://geviert.wordpress.com/2011/05/02/por-que-es-necesario-votar-callados-por-keiko-fujimori/. Giovanni B. Krähe,” Por qué es necesario votar por Keiko Fujimori”, Im Geviert- blog, 28/08/11.
[2]Extraído de: http://www.raco.cat/index.php/Convivium/article/viewFile/76307/98921 TERNZ, Abram. “¿Qué es el Realismo Socialista?”, P 81
[3] Ibidem P. 83
[4] Extraído de: http://geviert.wordpress.com/2010/06/04/paideia-nacional-bolchevique-imperio-vanidad-y-resplandor-juvenil-como-estetica-politica/. Giovanni B. Käher, “Paideia nacional bolchevique imperio, vanidad y resplandor juvenil como estética política”, Im Gievert-blog, 28/08/11
[5] Umberto Eco, “Apocalípticos e Integrado”, Debolsillo, Barcelona, Segunda edición, P. 96
[6] Ibidem. P. 99
[7] Ibidem P 101
[8] Milán Kundera, “La insoportable levedad del ser”, RBA editores, Barcelona, Tercera Edición, P. 252
[9] Ibidem. P. 255

Comentarios

  1. Me gustó tu aportación, agregaría lo que nos dice Clement Greenberg:
    "El kitsch es un producto de la revolución industrial que urbanizó a las masas de Europa occidental y Norteamérica y estableció lo que se denomina alfabetismo universal. Con anterioridad, el único mercado de la cultura formal –a distinguir de la cultura popular—había estado formado por aquellos que, además de saber leer y escribir, podían permitirse el ocio y el confort que siempre han ido de la mano con cualquier clase de adquisición de la cultura….
    Los campesinos que se establecieron en las ciudades como proletarios y los pequeños burgueses aprendieron a leer y escribir en pro de una mayor eficiencia, pero no accedieron al ocio y al confort necesarios para disfrutar de la tradicional cultura de la ciudad. Sin embargo, perdieron el gusto por la cultura popular, cuyo contexto era el campo, y al mismo tiempo descubrieron una nueva capacidad de aburrirse. Por ello, las nuevas masas urbanas presionaron sobre la sociedad para que se les proporcionara el tipo de cultura adecuado a su propio consumo. Y se ideó una nueva mercancía que cubriera la demanda del nuevo mercado: la cultura sucedánea, kitsch, destinada a aquellos que, insensibles a los valores de la cultura genuina, estaban hambrientos de distracciones que sólo algún tipo de cultura puede proporcionar."

    El kitsch como resultado mismo de la masificación no es raro que sea usado como una herramienta manipuladora sea régimen que sea, ya sea para consumir más (por sí mismo), o para plegar cierta ideología.

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