Una hojeada al Estado (Reflexiones y comentarios)



                “Nuestro orden social se derretirá gradualmente, como todos los órdenes sociales anteriores, cuando el sol de las ideas nuevas brille sobre los hombres con renovado calor”.

Una hojeada al Estado es la octava parte del texto titulado “Humano demasiado Humano” de Friedrick Nietzsche[1] donde el maestro utiliza ese martillo destructor de toda ceguera que acompaña al espíritu de las palabras en Nietzsche, pues nos hace ver desde la descripción de un texto pulcro y muy bien razonado que la sinrazón tiene espíritu guerrero que el tinte Dionisiaco del caos cambia la representación del paisaje, porque vemos a través de su fuerza aniquiladora de mitos y paradigmas que el sentido de la vida, incluso de la estatal, pasa por una suerte de conjuntos que evocan la mentira a la cual estaba acostumbrada a vivir la servidumbre, la esclavitud y la miseria del no pensar, del no reflexionar; es decir, de lo más vulgar que puede tener nuestra especie: la esperanza afincada en ese ridículo esperar y no en la piedra angular de nuestra soberbia de nuestro orgullo como espíritus libres.

                Los mismos planteamientos que llevaron a Nietzsche a convertir nuestro espíritu en un ser mucho más suspicaz de todo ordenamiento y de toda propuesta que nazca de la hambruna de pobre de espíritu o de la masa resentida por años de servidumbre, no de aquella que busca la plusvalía, sino de aquella que toda su existencia como grupo social la tuvo esclava dentro de ese seguir de la vida, no de dirigirla, porque de ellos jamás dependió ser, sino sólo parecer, imitar, copiar o sencillamente seguir lo que otros le habían dejado. El Estado cumplía esa función de “normalizar” a todos sus ciudadanos volverlos uno más de la serie de producción que requiera para seguir con el funcionamiento del sistema. Eso es lo que entiende Nietzsche con la participación del Estado y es de ahí a donde parte para que desde la raíz se dinamitara toda forma de ordenamiento que impida el libre camino hacia el hombre superior, sin embargo interpreta a las instituciones como apariciones propias para el hombre común, necesarias para hacer segura la vida de éste, para mantener todo bajo la tibia sombra del adormecimiento de la conciencia.  Pues nuestro autor estudiado resalta que el hombre común, que necesitaba de instituciones, como la religión o las ideologías- como el comunismo- hacían que el hombre común pueda hacer más llevadera la vida minúscula que le había tocado vivir, por ello se hacía ineludible conformar un sistema capaz de hacer que el hombre vulgar se presente a sí mismo como el bueno, el más justo o el más capaz, porque su temor a la vida y su rechazo a ésta lo llevaban a comprender que el mundo real y natural podía convertirse en una suerte de lugar artificial donde las ideas tuviesen la capacidad de hacer una vida llevadera en contra del espíritu natural del hombre.

                El trabajo de Nietzsche pasaba por varios aspectos del uso del martillo- entiéndase bien que Nietzsche consideraba a la filosofía como un instrumento de destrucción- de esta idea partiré para entender que Nietzsche debía destruir cada aparente fuente de razón, porque de ella parte que la confusión pueda apoderarse de nuestro espíritu, entonces el primer bloque con el que se debía combatir era el de la llamada “ola roja” es decir desde la intención de pretender que el populacho puede intentar razonar de ahí que inicie el texto con una frase del Voltaire Cuando el populacho intenta razonar, todo está perdido”. Nietzsche considera que una de las posturas más aberrantes de pensamiento es aquella que pretende hacer que todos o los grandes grupos humanos tengan la posibilidad de manejar la política, es decir, de ser capaces de elegir para todos la finalidad que tiene la política, pues cómo pueden ellos que por ser la mayoría y por ende lo más simple ser capaces de dirigir un gran plan para aquellos que son diferentes o en palabras del mismo Nietzsche cómo puede caber una idea de felicidad como un destino en aquellos que tienen como meta algo que cabe en sus puños: “Pues, ante todo, algunos hoy más que nunca deben tener derecho a desentenderse de la política y quedarse al margen”[2]. Cabe resaltar que es desde esa idea donde el autor admite la necesidad de diferencia de clases, porque a partir de ella se basa la pretensión de tener un grupo, capacitado sólo para el trabajo forzado, donde la vida se sufre y no se disfruta, y otra casta donde predomina lo libre, es decir, donde se puede llegar al encontrar el desarrollo humano, porque sólo ellos son capaces de tener bajo su mano la voluntad de poder. Ahora bien por qué  tiene Nietzsche  tiene una marcada diferenciación entre aquellos que son libres y aquellos que han sido esclavos, pues él mismo considera que los últimos son aquellos que si es que conducen los hilos de una sociedad, pues la regirán bajo el concepto de resentimiento que poseen por haber sido esclavos y ello lleva a éstos hombres a no dirigir una sociedad en base a superación del hombre sino a una hegemonía centrada principalmente en la satisfacción de su resentimiento de aquí partirá el comunismo y toda la onda de una búsqueda de la igualdad superficial.

 Deshojando teorías.- La teoría del Estado que se usa para el estudio basado en Locke, Hobbes y Rousseau tiene como meta la adhesión del hombre a una sociedad por la búsqueda protección ya sea desde un punto de vista religioso o desde un punto de vista político. Es así como nace el Estado, pero esta institución desde un principio significó una alianza entre religión y poder (los Estados feudales), para luego y gracias a la caída del factor religioso ir desmembrándose en una nueva idea mucho más avanzada que cambie el lejano y agonizante concepto de Dios por uno mucho más cercano y sofisticado: la diosa razón. Bajo este mandato el Estado Divino y su representación con la realeza pierde vigencia y entra en una nueva etapa donde el Estado ya no tenía un brazo tan poderoso- como lo era el poder religioso- y de esa manera se inicia una transición donde las cuestiones públicas pasarían a ser cada vez más privadas[3], en consecuencia de la “libertad” que presuponía ya no el desarrollo del individuo sino de la dirección de la persona privada de todo el sistema a través de la democracia estatal la cual permitía hacer realidad el ideal del  obrero inglés. Hasta aquí se ha explicado de manera somera cuál era el ideal de los postulados de Locke, Hobbes y Rousseau que pretendieron desde una perspectiva razonada brindar el mundo a nueva clase que lo dominará es así que la sociedad que vivió los cambios, como por ejemplo de la  revolución francesa, y se inició en un nuevo proceso en cual el desarrollo del ideal humano basado en como bien lo menciona Nietzsche en “ la laboriosidad del obrero inglés obedece al hecho de ganar dinero; es consciente de sí mismo y de sus objetivos y, a través del dinero, apetece poder, y, a través del poder, la máxima libertad y las distinción social”[4]. Entonces la carrera parte desde este ideal para transformarse en una entidad que sería asimilada por el mundo occidental en general, en cual el espíritu del hombre deja de existir para que su afán de vida caiga al pozo de lo cósico como bien lo argumentaría Heidegger más adelante. Entonces dentro de este afán democratizador no existía una tarea de cambiar los hilos de la historia del espíritu humano, sino que convertía al hombre en un objeto de lo material y ya no a un ser que aspiraba a superarse a sí mismo como ser. Es clara la idea desde este panorama, pues  vivimos el triunfo de ese sistema en el cual las libertades aparecen tan sólo como hechos físicos, pero dejan en una cárcel tremenda al espíritu de desarrollo del hombre como un ser capaz de alcanzar metas que no sean las de acumular objetos.

Decolorando nacionalismos.- Mucho se ha hablado de la relación que pudo haber tenido Nietzsche con la ideología que tuvo el III Reich alemán, dirigido por Adolf Hitler, pero nada más falso y nada menos próximo a lo que se buscaba para la trascendencia del hombre. Nietzsche se aleja de la mentira que pudo abordar la existencia de un nacionalismo que buscaba más o menos la cercanía al desarrollo de una nación, pero no del hombre; así que Nietzsche dinamita la imagen del pastor de pueblos de la manera siguiente: “el carácter demagógico y el propósito de influir sobre las masas son hoy el rasgo común de todos los partidos políticos; todos por este propósito, se ven obligados a transformar sus principios en grandes estupideces al fresco y pintarlos en las paredes”.[5] Nada más cierto sobre todo lo que vendría para la Europa de la década de 1930 y 1940, donde estallaría el boom de los pensamientos ideológicos y al final de todo el abigarrado y desorientado control de dos potencias que tenían como marco la estupidez exacerbada que inicio con el nacionalismo Hitleriano, pasó por la debacle del sistema más artificial de todos, el socialismo, y terminó con el triunfo de la masificación de la estupidez mundial donde el capitalismo en cualquiera de sus formas tiene con fin de la vida del hombre la demagogia de pretender que la acumulación de bienes es la realización. Felices los hombres de éxito, porque ellos jamás abrirán los ojos.

                Si miramos con atención a los argumentos que hicieron posible la ascensión de tercer Reich tendremos como uno de sus puntos claves el deseo de venganza, frente a la derrota de la primera guerra mundial y al resentimiento por el tratado de Versalles, bueno aquí la respuesta de Nietzsche a otra de los puntos centrales del nacionalismo alemán del siglo pasado: “En contra de la guerra se puede decir que embrutece al vencedor y vuelve rencorosamente malicioso al vencido”[6]. De aquí y en adelante entenderemos entonces que cada muestra de rencor no puede ser la que haga del hombre un ideal puro, una muestra de creación que pueda convertirnos en algo más de lo que somos. Por otra parte, Nietzsche manifiesta claramente que lo “humano demasiado humano” es precisamente establecer ordenamientos sustentados en bases derivadas del yugo que simbolizó la religión, de ello parte que uno de los propósitos del tercer Reich haya sido contener en sí un ideal que agrupara a los grupos de gente bajo la temática de la raza superior como una cuestión divina o ramplonamente razonada.

                El problema del judío fue una de las cuestiones que más intensificó el debate a nivel de toda Europa durante la vida física de Nietzsche, a pesar de su nacionalidad – la alemana- siempre supo que los nacionalismos eran tan sólo muestras de un creciente celo por la capacidad de los judíos, lo declara en el texto de la manera siguiente: “el dinamismo y la superior inteligencia de los judíos, su acervo intelectual acumulado de generación en generación […] prevalece en un grado que despierta envía entre las naciones de Europa”[7] . A partir de este planteamiento es como tendremos que aprender a distinguir qué es el pensamiento judío como tal y cuál es la potencialidad mental y volitiva del judío, que por  un lado fue el que trajo la peste del cristianismo que terminó por encarcelar el espíritu libre de los hombres del imperio romano- basado en el sistema moral judío- pero por otra parte está  capacidad volitiva del judío de poder realizar empresas tan grandes como derrocar la ideología romana y convertir su pensamiento, traer sus costumbres y convertir el mundo del pensamiento moral en uno nuevo. Y por último Nietzsche recalca la posición de defensa a los judíos por la obra que lograron “a pesar de todo, yo pregunto cuánto debe, en el balance total, perdonársele a un pueblo que, no sin culpa de todos nosotros, ha tenido la historia más dolorosa de todos los pueblos y al que se debe el hombre más noble (Cristo), el sabio más íntegro (Spinoza), el libro más portentoso y la ley moral más eficaz del mundo”[8]. Aquí tengan servido todos aquellos que pensaron en un Nietzsche que apoyaba las postulaciones del gobierno de Hitler, tengan pues una nota más de remordimiento al mentir tanto por tapar el sol de la sinrazón.

Quemando vicios, la destrucción del sistema socialista.- Otro gran problema por destruir son los atavismos que dejó el cristianismo, el principal: el socialismo. Nietzsche realiza su crítica no desde la injusticia económica que puede haber en el mundo- esa es tarea política- ya que Nietzsche critica fuertemente los valores que representan al socialismo, pues son todos los mismos que representaron al cristianismo en su debido momento. Ahora bien, uno de los valores más criticados por Friedrick es la “igualdad” que representan tanto ambos sistemas originados post-revolución francesa: la democracia con el modelo capitalista como su abanderado y el socialismo. Ambas corrientes, nacidas de la fábrica y de la revolución industrial, tienen en su concepción en la igualdad, pero qué significa que exista este término dentro de la ideología del maestro Nietzsche, pues el desenvolvimiento de la vida en ausencia de una clase dominante o aristocrática- pido por favor que no se confunda oligarquía económica (como la que tuvo el Perú) con una aristocracia de espíritu- significa la confianza total de en un desarrollo del hombre, como un puente hacia un fin superior- y la solidificación de un sistema donde prime el egoísmo de la grey[9], donde “cualquiera es igual a cualquiera” y en este desorden organizado sólo se atisba la formación de un hombre enclenque incapaz de mirarse así mismo más allá del objetivo material ( por la carencia de espíritu que azota las bases de su pensamiento) lo convierte en una muestra clara de lo que hoy vivimos: hombres empeñados en descollar de otros bajo la falacia del poder económico o antes como ocurría en el socialismo: hombres que buscan que todo sea raso que no existan montañas de belleza, que todo sea el infértil desierto de la igualdad, porque de su propia miseria quiere ser equipara, busca ser asumida y copiada como el plan a seguir de todos sin dudar del plan maestro.

                Nietzsche desarrolla la problemática del socialismo como un sistema cerrado- al igual que los nacionalismos- en el cual todos sus miembros deberían trabajar en pro de aquel neo- cristianismo- ya sin dioses, pero fundamentado en el rencor razonado y sistematizado- sin dudar del plan en ningún momento; sin embargo, cómo pretendo enclaustrar a todos los miembros de un cuerpo humano a un mismo ideal, cómo puedo pretender que todos tienen el mismo rango o igual jerarquía como para pensar un mundo “para todos”, si dentro de la diversidad humana también nacen aquellos que pueden crear para la humanidad los fines más altos de la cultura[10].  Una vez sentado el pensamiento donde existen diferencias entre los hombres, Nietzsche procede a la quema del sistema, primero quitándole el ropaje que le hacía presumirse como un modelo que dejaba de lado el dogmatismo divino, pero que olvidaba que puede caerse en un dogmatismo donde la razón o la diosa razón iluminista acaba por sentenciar al hombre a un mundo sin salida donde sólo se apuntará ya a la coronación de cósico y no del ser, como bien lo argumentaría Heidegger. Luego Nietzsche pasa por realizar una comparación muy ingeniosa donde compara al socialismo con el despotismo y termina diciendo que el primero es el último chispazo de fuerza que pudo engendrar el despotismo. Esta teoría se basa en el análisis siguiente: como mencionamos páginas atrás el Estado despótico monárquico tiene un sustento religioso en el cual se puede sostener el sistema gracias al adormecimiento completo de los grandes grupos sociales gracias a la idea del fin de sufrimiento en la tierra para luego gozar en el paraíso, hasta ese punto todo encajaba perfectamente porque se tenía al Estado como un ente que acomodaba a todas las clases sociales bajo un solo mandato que obedecer. Pero una vez destruido el planteamiento religioso- el mismo Marx considera que el pensamiento de la iglesia dormía al hombre- el Estado se queda sin una cabeza que pueda dirigirlo y se inicia por un lado- como se menciona en este texto – su privatización y por otra parte un nuevo eje intenta reunir nuevamente a todos los grupos sociales bajo la fuerza del Estado, aquí se inicia la gran pregunta de Nietzsche: ¿Cómo podía el Estado socialista hacer que todos sus miembros estuviesen bajo el mando de la dictadura del proletariado si el Estado ya no tenía a la cabeza el fundamento religioso? Bueno, como el Estado comunista no tenía una cabeza con rasgos divinos tuvo que apelar necesariamente a la violencia para que ya sin el fondo moral que tenía el Estado despótico, ahora se tenga con la represión y un violento terrorismo marcado la dominación de este poder, entonces es precisamente desde esa idea que Nietzsche plantea al Estado comunista sólo podría existir en intervalos cortos y todos amparados por una fuerte violencia, represión y terrorismo[11]

                Nietzsche no sólo busca una reafirmación de todos los valores, no sólo destruye por destruir- busca romper barreras y sacarnos de la cárcel del poder- que entonces un miedo que ronda la desnudez del alma. Pues el frío patíbulo donde se asesinaran a todos nuestros dioses, acribillados, destituidos o decapitados representa el pintar un nuevo lienzo al inicio de la sangre que representa el ocaso de nuestros ídolos y la noche de sus cenizas que sea duradera, sino que busque el ideal del hombre que ya no teme a la desnudez del alma. Pues ahora está frente a sus nuevos ideales, frente a su nueva forma de pensar que el poder, la libertad o la gloria son sólo espectros efímeros del ayer, desiertos pintados de rosa para hacer más íntimo el paisaje, para no cortar con la esclavitud del vínculo hacia la nada, hacia la sensación infinitamente negada de bienestar en una cloaca de espejismos; es decir, al miedo a la soledad, no por la necesidad de otros sino por el puro misterio del temor de nosotros mismos. Si nuestra esperanza no fuese nuestra ciega entrega al devenir, si nuestra esperanza fuera el sentir vigoroso de nuestra propia soberbia, entonces dejaríamos atrás nuestros sepulcros y nuestros nidos para enrumbar al Este siempre al Este.


[1] Nietzsche, Friedrick, HUMANO DEMASIADO HUMANO, Editorial Mestas, Madrid, Segunda edición, Pp. 269-297.
[2] Nietzsche, Friedrick, HUMANO DEMASIADO HUMANO, Editorial Mestas, Madrid, Segunda edición, P 270
[3] Ibid, P. 288
[4] Ibid. P. 295
[5] Ibid. P. 269
[6] Ibid. P 272.
[7] Ibid P. 292
[8] Ibidem
[10] Nietzsche, Friedrick, HUMANO DEMASIADO HUMANO, Editorial Mestas, Madrid, Segunda edición, P 296
[11] Ibid P.290
Imagen: "La Esperanza" Georger Watts, 1886

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