Jaque mate ciudadano

Hoy pasear por Huaraz resulta un fiasco tan grande que vale la pena arrepentirse de vivir o visitar esta ciudad. Qué sentimos lo huaracinos al ver una ciudad diezmada por el caos vehicular y la destrucción que se impone frente a cualquier intento de volver a esta ciudad en el vergel, del cual tanto nos habló el viejo Raimondi. Acaso nos merecemos este remedo de ciudad provinciana, sin un rostro definido, porque lo único definido en Huaraz es el local de maleantes en la “cachina”, la delincuencia recurrente en los parques que convierte a uno en un ser misántropo ante tanta barbarie y, por supuesto, el hedor a harina de pescado producto de las “cevicherías” del jirón San Martín con La Mar, nos hacen recordar lo peor que tiene Chimbote. Jamás tanto caos envolvió la cuna de Luzuriaga que ahora parece estar mucho más desconectada de lo piensa ser y será. O tal vez, el futuro de Huaraz este en coleccionar firmas de cientos de incautos para darle al Sport Áncash apoyo económico de la minas locales. Claro, señor lector- Ud. comprende- la cultura en Huaraz no vende, menos aún la quimérica idea de hacer un verdadero teatro municipal para Huaraz, porque como Ud. lo entenderá la cultura no es para aquellos que tienen el cerebro en el pie derecho. Y buscar el apoyo con las firmas para la construcción de un teatro municipal es una cuestión de menos importancia que darnos el placer de ver al equipo ancashino jugar en la primera liga corrupta del futbol peruano.

Sería mucho pedir a las autoridades de nuestra querida ciudad que cumplan su labor como realmente se les ha sido designada, porque realmente resulta bochornoso ver como una pandilla de uniformados con el escudo de la ciudad en la espalda del chaleco- que se hacen llamar serenazgo- persigan, maltraten y acaben a golpes a un grupo de indefensas señoras que trabajan como comerciantes ambulantes por las calles del mercado, mientras que en toda la ciudad los robos, cantidad de ebrios y maleantes aumenta y los parques se vuelven el lugar perfecto para la delincuencia. Considero que es su deber ético esa búsqueda de la seguridad social; pero jamás tomen de ejemplo a nuestro alcalde- claro a pesar del escepticismo que teníamos frente a su existencia, pues teníamos uno y se llama Lombardo Mautino- lo malo de su existencia como autoridad pública es que sólo aparece cuando tiene que firmar algún proyecto para que los chefs de CENFORTUR hagan un nuevo recetario de comida a base de chocho. Sin embargo, lo interesante sería que auspicie un recetario de cómo arreglar las veredas de los portales de la avenida Luzuriaga o cómo deshacernos del terrible caos vehicular que todo lo demora. Sabe Ud. Señor lector, por fin hemos logrado emular en algo a la centralista Lima, además de poner en toda nuestra ciudad discotecas al estilo cono norte, porque si en Lima tienen un alcalde “mudito”, en nuestra querida ciudad tenemos a un alcalde que se hace el “muertito” y resucitará- con la venia del espíritu Santo- para cada reelección como la alternativa mesiánica que necesita Huaraz para no convertirse en el río de aguas servidas que es cuando llueve.

Alguna vez señor lector vio Ud. a aquel grupo de indigentes que tiene nuestra ciudad. Espero que haya tomado consciencia del problema humano que tenemos al frente. Con toda la sinceridad del mundo, resulta que nuestra indiferencia con ellos alcanzó niveles astronómicos, porque ver la precariedad en la que viven, el estado deplorable de salud mental que mantienen además de verse degradados al nivel de un perro callejero que duerme en la esquina de la Telefónica, nos hace pensar que ninguna autoridad se preocupará por ellos; pero no esperemos a que nuestra indiferencia los deje así, porque no olvidemos aquellos ideales de libertad e igualdad que fueron los que llevaron al grado más alto de reconocimiento público a dos figuras huaracinas como Toribio de Luzuriaga y Pedro Pablo Atusparia. Es hora, que los huaracinos y huaracinas no dejen que los pilares espirituales que representan terminen siendo enmohecidos por esa lacra llamada corrupción, indiferencia o apatía. Llamemos a los verdaderos huaracinos y huaracinas que no desamparen más a los hermanos que nos necesitan al llamado de las mayorías desprotegidas por el abuso y el abandono.

El deshielo del corazón blanco y puro de nuestros benefactores está dejando de latir y nosotros hemos olvidado de manera tan indiferente que nuestra casa también es la ciudad y sus alrededores. Porque duele ver que la ciudad ha hecho del río Quilcay su predilecto botadero de basura y desmonte, cómo el río Santa es nuestro gran legado de aguas servidas para la costa peruana y más aún como hemos perdido el respeto por las montañas como fuente de vida: el agua que hoy despilfarramos será la más ausente para las futuras generaciones y convierta a nuestra región en un desierto a 3080 metros sobre el nivel del mar. Reaccionemos frente a este suceso que nos golpea con la furia de un titán, pero se siente en las mañanas de bochorno y calor excesivo la onda que produce la ira de sus golpes. Busquemos entonces alternativas responsables para defendernos y adaptarnos frente al titán llamado problemática ambiental.

El mediodía es la apertura siniestra para la parafernalia de algún Dante que jamás llegó a encontrar a Beatriz, pero que sí se sumió en los infiernos de la desesperanza. Y a ese ritmo se mueven los ciudadanos que realmente apreciamos a la débil luz de urbanidad que irradia Huaraz, porque antes de encontrarnos con los abusos de las combis, que consideran a los pasajeros como animales y no se ven a ellos como prestamistas de un servicio. La cultura chicha y la parafernalia pseudo-musical se apoderó de la avenida Fizcarrald, porque sentir ese grito urbano de bocinas y cantantes que se hacen llamar folkloristas a todo volumen aturde contamina y daña la imagen de este lugar que con cierto temor nos atrevemos a llamar ciudad. Tampoco seamos discretos, señor lector, Ud. sabe bien que Huaraz está a punto de volverse en la capital de los caminos de herradura más grande del país, sino miremos la entrada sur de la ciudad es una verdadera trocha, porque el paraíso natural se convirtió tras una mala e irresponsable gestión en un infierno urbano, donde se muestra lo peor de nosotros es decir, nuestra indiferencia. Entonces, señor lector, que llegue también nuestra queja a ese a los sindicatos de trabajadores y estudiantes universitarios que tanto se vanaglorian por defender los derechos del ciudadano y del pueblo, porque esta afrenta es tan grave y tan imprescindible de resolver que de ella depende el futuro comercial de la ciudad.

El blasón decadente que reina sobre “la muy generosa” y difumina todo ese esperpento arquitectónico que mancha la pintura que la naturaleza nos hizo al crear la cordillera blanca. Que lo escuchen aquellos que aún tengan oídos para la reflexión: Parece que el terremoto del 70 no sólo se llevó muchas vidas, sino también la belleza, la imaginación y el orgullo por crear una ciudad digna de emular a alguna polis griega donde la cultura, la educación, la urbanidad y el deseo de superación sean nuestras piezas principales de desarrollo sostenible frente a un país mucho más competitivo. Seamos entonces los artífices de un jaque mate ciudadano a la corrupción, a la irresponsabilidad y a la indiferencia con la ciudad de Huaraz.

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