¿Existe responsabilidad social universitaria en la localidad?


Miramos como jóvenes de hoy, toda nuestra responsabilidad enfrascada en un sentir único: el del cambio social; pero aún nuestros sueños son ápteros, aún nuestros ejércitos de saberes y estrategias no danzan al sonido de un sol gallardo y nuestros sentidos no se deleitan con ese aroma ¿Por qué? Pues al observar nuestro compromiso engañado por un conjunto de intereses meramente económicos por parte de la instituciones educativas superiores y la apática estrategia de gobierno de Huaraz (que existen sólo de nombre) nos lleva a la formulación de nuevas estrategias para el cambio. Por ello, nos queda ese sabor amargo y el rechinar de los dientes ante la impotencia de una ciudad cada vez más decadente, cada vez menos humana y más entregada a la miseria del consumismo y la desvalorización de la dignidad humana.

Frente al caos que encontramos en cada rincón de nuestra ciudad, podemos observar que las instituciones civiles- inexistentes- sólo se agrupan en el caso de huelgas y paros; sin embargo, el rasgo más evidente de decadencia parte de la irresponsabilidad que tienen las universidades con la comunidad. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: tres ellas sólo tienen intereses económicos de por medio y la universidad nacional, pues se contagió del mismo virus. Claro, si partimos desde la premisa en la cual entendemos a la universidad como un ente encargado de la investigación a todo nivel, además de ser el encargado de vigilar el progreso de desarrollo en la región, así como buscar mecanismos para la resolución de problemas sociales, económicos, políticos y ambientales. Pretender decir que alguna de nuestras casas de estudio haga este tipo de actividades sería, francamente, una mentira, pues- al parecer- las instituciones educativas superiores sólo buscan arrojar, a cualquier costo social y ético, una caterva de “profesionales” cada vez menos comprometidos con el desarrollo de la comunidad. Frente a este problema sólo nos quedaría una medida que sería la confianza en las autoridades, pero mientras no existan instituciones fuertes en el desarrollo de la región tendremos una Huaraz más decadente, sumida en el caos y cada vez más aislada de una realidad cambiante en el país.

En nuestros días, entendemos a la “proyección social” como el trabajo para brindar nuestros servicios a la comunidad; sin embargo, este confuso termino que se ha ido arrastrando, más o menos, como la “obra de caridad” que tiene que realizar las universidades frente a su comunidad es, por así decirlo, una estrategia que no corresponde a los actuales estándares que nos exigen para formar los cimientos de una institución exigente frente al mercado o innovadora con las carreras que trae. Por esta razón, no deja a estas instituciones (así sean particulares o públicas) fuera del margen de la calidad y la competitividad como empresas. Es por ello que mientras consideremos a la confusa o nula organización de la “proyección social” como un mecanismo gestor de burocracia (con profesionales nada competentes para esa gestión) o el último escaño dentro de las labores de las universidades, entonces nos encontramos frente a un grave problema de competitividad frente a otras instituciones educativas, así como nos convertimos en un peso más para sociedad y no le damos al alumno la formación y la acreditación necesaria dentro de un mercado profesional cada vez más exigente. Entonces, de qué manera podemos concebir nuestro compromiso social con la comunidad de manera seria, pues nuestra inquietud se resuelve en una estrategia que nos vuelve competitivos dentro del mercado y a su vez nos hace más conocedores de la realidad que nos rodea. La responsabilidad social universitaria, no sólo es una estrategia para llegar a la comunidad, sino también se muestra como una nueva acreditación necesaria para el desenvolvimiento de calidad y el mejoramiento de la universidad en la región. La estrategia de la responsabilidad social universitaria esta acompaña no sólo de una calidad de la formación que demos a nuestros estudiantes, sino también de un estándar ético para su formación. Es así que tenemos al ISO (Organización Internacional para la Estandarización) 26000, mediante el cual podemos alcanzar una acreditación más, dentro de la formación que tenemos como institución y como un agente responsable con la comunidad bien visto dentro de la red universitaria nacional e internacional. ¿Qué significa esto? Pues que nuestras universidades tendrán para sí, mediante un trabajo consciente y ético con su comunidad, la posibilidad de mejorar su estándares de calidad dándole a la empresa- que tiene dentro de ella- un nivel más alto dentro del ámbito académico. Es así que la Responsabilidad Social Universitaria (RSU) es un indicador más de calidad comprometido primero con los stakeholders (partes interesadas como estudiantes, profesores, padres familia y administradores) que son las encargadas de poner la presión para que estas medidas sean aplicadas, así como las partes más débiles y desprotegidas de la sociedad se beneficien de nuestras visión de compromiso con la sociedad. Por estos motivos, es que vemos a la Responsabilidad Social que tenemos con la comunidad no como una obra de caridad o como un mero ardid para darle más “sentido” a nuestras instituciones educativas, sino como el puente que se extiende para darle a nuestras instituciones sellos de calidad internacionales, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para llegar a la resolución de problemas en la comunidad.

¿Por qué debemos realizar este tipo de estrategias dentro de la universidad pública y privada? Las respuestas con carácter moral son múltiples, pero la respuesta que contiene dentro de sí una visión que busca relacionar a la universidad con un mundo más globalizado y competitivo hace que las instituciones de enseñanza superior tengan el reto no formar profesionales sin una visión de compromiso social y sólo con una visión de lucro de la profesión o tampoco hacer de nuestras casas de estudios centros donde la barbarie política abunde centrando al estudiantado en un globo del cual sólo se puede obtener una visión de cambio dentro de los parámetros de un dogma y no dentro de lo que la sociedad huaracina y ancashina requiere. Por ello, es menester que las universidades adquieran ya no una visión sólo formativa o lucrativa y menos aún una formación dogmática en cuanto a política. Pues el concepto de universidad actual nos exige soluciones frente a un mundo cambiante, la universidad de hoy nos exige profesionales que busque soluciones a conflictos sociales y ambientales dentro de su comunidad para mejorar nuestro entorno, nuestra formación ética y profesional.

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