El despertar se hace más largo en la madrugada


Martin Heidegger


Y así volver al mismo estado,
a la incomprensión total de los colores,
a la suerte echada en fondo del mar,
a tus sueños un domingo por la mañana,
a sentir descalzo el la fría arena de las playas.

Pasear entre la alegría del  viejo cielo azul,
el frío selecto que silba en los rincones de la mañana,
comprender que el vacío tiene virtud en su nada.
Para desearte con más fuerza, para revertir hechizos
con conjuro a muerte.

Derrumbar las pesadas paredes que condenaban
al ocaso, revivir flores del pasado: artilugios
de nigromancia, para oír tu risa sobre
el jardín flotar como nubes olímpicas,
tu mirada sobre el ancho atardecer.

Volver a ese estado donde el vértigo
complacía las pupilas, donde la magia
irrumpía charcos de soledad, la palabra
se hacía una sólida estatua del hoy
que se derrumbará por el mañana
un camino que se recorre por la soledad
para su más creyente deseo: la muerte de uno mismo.

Como sentenciaba la existencia:
“caminos no obras”.

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