La dama a solas

La dama a solas.
¿Cómo acercarse a murallas
tan protegidas?
Elogiar el tiempo y la vida,
pasar de noche inadvertido
tras una luz que cura y canta:
domingos por la mañana.

La dama a solas no es un pecado
que prefieran los aduladores
de la piel, es un manjar que solo
la luna trae una vez al mes.
Son las historias que caen silenciosas
es la repetición de sus guerras
de sus héroes, cuando se hace
valquiria, cuando sus alas echa al viento.

La dama a solas, sutil descubrimiento,
cuando su sol se hace victorioso amanecer.
¿Acercarse cómo? Como destino,
como lluvia, como río o como Zeus,
quien todo lo ve, para arrebatar
la meditación para saber qué flores
ama para dibuja el halo que cruza su ventana.

La dama a solas, todo un misterio,
pero no para sus amores, no para sus retratos,
no para su encierro. Si de amar se trata
es todo un dulce infierno. Interrumpir
su apocalipsis sería un desacierto,
ellas prefieren conversar con el silencio.

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