Somos libres… ¿Realmente lo somos?


Somos libres… ¿Realmente lo somos? Suena una estrofa del himno que todos alguna vez hemos cantando, pero que no fue dedicada a nuestro esfuerzo conjunto de recuperar la libertad por parte de lo que desde 1821 se llamaría República del Perú, sino que es una loa para el general argentino que liberó estas tierras del yugo español, dominio que no era visto como tal por aquellos que lideraban los hilos del virreinato del Perú. Entonces ¿Quiénes somos? Somos libres, realmente existe la libertad o sólo es una construcción social como lo decía Friedrick Nietzsche, quizás desde otro planteamiento un poco menos extremista, donde  Michel Foucault dice que “Lo fascinante de las prisiones es que, por una vez, el poder no se oculta ni enmascara, se muestra como tiranía en los más mínimos detalles” donde nuestro autor precisa la necesidad de la libertad de algo que llegó a nosotros con la complicidad que enmarca la comunicación como medio de engaño y dominación. Bien hasta aquí la idea puede ser aprehensible como un tanto vaga, pero qué de cierto tiene que la independencia haya marcado el hito de la verdadera emancipación de nuestras sociedad, la cucufata sociedad del virreinato del Perú, si los dirigentes de nuestro territorio no veían a la independencia como un objetivo central y específico, si los ejércitos que realizaron la independencia del Perú fueron el argentino y el chileno- de ahí obtenemos el precedente que Chile como un país ordenado y con una clase dirigente pudo ser más fuerte y estratega que los oportunistas plutócratas del Perú durante la guerra del pacífico y que a pesar del apoyo inglés Chile contaba con una mejor organización y un plan de Estado-. Tal vez nunca existió una idea de Perú como una república independiente, porque no podría ser que la población campesina dominada, abusada y explotada durante toda la época republicana haya sido la población de vanguardia de este país, menos aún, los oligarcas costeños que sólo añoraban la tibia sensación de tener a España como protectora de todos sus comercios de esa idea surgió el mal gusto de esa clase de llamar al imperio más patético de la historia “la madre patria”. Nuestros corazones jamás estuvieron con esa idea de patriotismo hasta 1879 de donde partió una nueva idea  patria, pero lamentablemente desde la idea de una venganza jamás cumplida, desde la perspectiva macabra de construir nuestros egos desde el abismo de la destrucción total de un país que perdió no por su gente sino por esa clase dirigente que se llenó la boca de promesas y de tantos halagos a nuestros héroes caídos que quedaron en el aire tanto como el orgullo de ser peruano, obviemos- con toda la ingenuidad del caso- a aquellos peruanos están orgullos de serlos porque tienen como emblema de honor a la papa rellena.

Nuestro espíritu de peruanos, tal vez, no de ellos nunca se marcó tanto como en la rebelión de Túpac Amaru, nuestra fuerza más encausada y por la verdadera lucha de un conjunto de personas con un ideal que tenía no un ideal de independencia, sino  la terea de replantear el espíritu que nos debía dirigir hacia una clase y una población que tuviese la capacidad de dirigir al virreinato del Perú, pues desde Túpac Amaru nuestro ideal tenía honor y un espíritu propio que encaminara a nuestro futuro hogar. Jamás se habló de nuestro gran líder, jamás en las estrofas del himno de la patria se escucha una loa por su labor, entonces, cabe preguntarse ¿Qué era lo que nos quedaba como sociedad de honorífico, de valeroso y de orgullo? Si teníamos que confiar desmerecidamente en una clase cobarde y con poca capacidad de mando que jamás supo salir de las faldas del imperio español y que con el correr de la independencia vendió hasta lo más preciado por asimilar su existencia al ideal inglés. ¿Qué quedó de la dirigencia de las clases oligarcas durante nuestra vida republicana? Bueno, siempre lo mismo decadencia en todos sus sentidos menos en el bolsillo de los oligarcas que carecían de espíritu que son tan timoratos de inventar algo de sí mismo y sólo tienen como anhelo el ideal norteamericano de vida consumista y llena de extraviados atavismos pre-velazquistas. Nada que decir de lo abigarrado de la luchas populares y su intento desfasado de fundar un Perú que nazca de la cumbia o del abominable espectro llamado “cultura chicha” o sus famosas clases dirigenciales que han convertido al aparato estatal en ese inútil sinsentido de encubrir la mediocridad y la corrupción. Cuando el maestro González Prada durante sus discursos, proclamados por un niño, hacía alusión a que los grandes grupos como los indígenas serían abatidos si iban de forma desorganizada al campo de batalla, hacía un claro ejemplo de que la lucha se perdería    si no tenemos un grupo que pueda dirigir adecuadamente el país, la búsqueda de la clase dirigente que sí tuvo Argentina o Chile, pues ellas fueron las fuentes ideológicas de la independencia de América del Sur o mejor dicho de los Estados Desunidos de Sudamérica.

Atrás queda entonces la primera intención de hacer el país una unidad basada en una clase que pueda dirigirla, pero quedan los estragos muchos de los empresarios actuales no vigilan los intereses patrios, mientras que una salida aparente suele llamarse a la inclusión de políticas de libre mercado, pero queda la desazón en las grandes mayorías que no tienen una identificación clara de lo que realmente es el Perú (si existe un proyecto país en nuestras manos). Por ello, la juventud tiene la responsabilidad – a veces resigna designar una responsabilidad tan grande a gran parte de las generaciones de jóvenes entusiasmados por el lucro y el crecimiento personal-, tal vez por ellos volvemos al fantasma olvidado de la educación para re-pensar el Perú, para darle un giro que no sea el de un país atrincherado en el neo-colonialismo y en el saqueo de sus recursos, por ello es tan necesario que la educación en las universidades se moldee de acuerdo a las necesidades del país, que se enseñe a los jóvenes a defender nuestros recursos y nuestra voz frente al atropello de un mercado cada vez más hostil, y que por sobre todo se busque el respeto de toda manifestación originaria (obviemos por favor a ese terrorismo musical llamado cumbia y folklore) donde sí está la esencia de nuestra nación, recordemos entonces los ideales de una patria para todos del gran Cacique de Tugasuca, porque si de verdad queremos ser libres que no se nos diga que la libertad es el hecho de poder sufragar por cualquier oportunista cada cinco años, ni tampoco la libertad de poder realizar cualquier tonta expresión de opinión, porque nuestra libertad está en el conocimiento, el rompimiento de las cadenas está en destrozar a cada milímetro de ignorancia que haya en nuestro país, donde la libertad se imponga como conocimiento entonces habrá una crítica y habrá una decisión, pero más allá de eso existirá un camino para el bien de cada uno de los peruanos.

Comentarios

  1. Estaba leyendo de Tupac Amaru, y sus finales. Todo lo que tuvo que presenciar y soportar. El dolor e impotencia que tuvo que vivir. Fue un guerrero. Si. Buscaba justicia. Me duele en el alma su vida. Llore. Los conquistadores, Lejos de ser héroes son grandes asesinos que cometieron barbaries. Robo de tierras, esclavitud y violaciones. Ladrones. Los conquistadores son ni más ni menos, diablos.

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