Del Titanic al arca de Noé (Comentarios y reflexiones)


                Del “Titanic al Arca de Noé” fue una presentación de filósofo y cuentista francés Fransois Vallaeys, en el centro cultural en “El Olivar” de San Isidro. Donde se habló de variados temas, entre ellos- y el más importante- el desarrollo de una nueva ética: la ética de tercera generación o la ética de la sostenibilidad.   La charla de Francois, magistralmente dictada, con pizarra y cuentos que nos ayudan directamente a entender la realidad ambiental que nos ha tocado vivir se hizo con gran agudeza, además de traernos cantidades  de estrategias de conocimiento acerca del deber que concierne a nuestro desarrollo como una especie capaz de conservar nuestro planeta y nuestra existencia.
                Lo cierto es que durante toda la existencia del hombre moderno y del hombre contemporáneo, jamás se desarrollo un planteamiento en el cual nosotros podamos desarrollar nuestra capacidad para volver sostenible nuestra existencia, de tal manera que al encontrarnos en un mundo cada vez más relacionado con el consumo y con la generación de cantidades enormes de dinero, como fin  de la existencia hemos dejado de lado la responsabilidad que tenemos con nuestro planeta. Filosóficamente entendemos que el hombre es eminentemente una especie no terminada, una especie creadora de mundos, pero también una especie insostenible para la vida en el planeta tierra. Es así que cuando nos acercamos ya a una severa problemática ambiental no hemos desarrollado cabalmente el concepto de que nuestra presencia en el planeta tiene un costo alto o muy alto para nuestro planeta en todos los estratos de la sociedades mundiales, porque observamos en ciudades de países como el nuestro que no existe una consciencia sobre el problema que significa que tengamos un consumo a costas del planeta. A esta cantidad de consumo que hacemos durante nuestras vidas, se le conoce como huella ecológica, pues es el indicador de cuántos planetas tierra necesitamos para satisfacer ese consumo, además de ser  el punto central para conocer de qué manera afecta nuestro consumo a la sostenibilidad de la vida. De tal suerte  que al realizar el análisis de consumo por países encontramos que países desarrollados como el caso de Estados Unidos tienen una huella ecológica de 9.1, es decir, que necesitan 9 planetas punto uno para satisfacer su demanda de consumo, en el caso peruano necesitamos 1,6 planetas para satisfacer la demanda de consumo que tiene nuestra población[1]. Con estos datos, lo primero que nos preguntamos es cómo el planeta puede soportar durante tanto tiempo una sobre producción y un daño terrible para la vida.
                La problemática de entender que nuestro planeta es también un ente que siente y es una fuente de recursos agotable ha sido olvidada por el pensamiento de desarrollo en todas las manifestaciones modernas y contemporáneas del pensamiento humano ¿Pero a qué se debe este olvido? ¿Qué ha hecho que el hombre olvide su posición ética frente al planeta, o será que nunca existió un pensamiento ético filosófico que estuviese centrado en la defensa del planeta y fuera practicado por grandes poblaciones humanas? Lo cierto es que durante la existencia del hombre, por lo menos desde la aparición de la idea dual de “bien y mal” para ella se resolvió la creación de un tipo de ética en una sociedad humana pequeña, es decir, basada en la comunidad y de donde se tenía como puente de desarrollo común la idea de la reciprocidad, entonces hasta ese punto el desarrollo ético de la sociedad humana se hacía en grupos pequeños donde el ideal de reciprocidad entre todos sus componentes aseguraron su equilibrio y se basaron en el paradigma de la persona moralmente apta, es decir, la que practicaba valores en relación al bien y al mal. Esa es la moral que plantearon las religiones.
                 Durante el desarrollo de sociedades más complejas y mucho más avanzadas de hizo un nuevo planteamiento del desarrollo ético de éstas. Pues la exigencia de un ordenamiento en sociedades más grandes produjo la creación del Estado como un ente que jerarquizaba la sociedad para darle un nuevo enfoque de orden y progreso. En este punto es donde debemos ubicar el pensamiento de muchos filósofos y científicos sociales de la época moderna y contemporánea, pues esbozaron un ideal donde la ética se basaba en la idea de justicia y el puente que era necesario para su desarrollo era la redistribución; por ello es que el pensamiento de toda la humanidad se centro durante esa época en el problema de la redistribución de la ganancias por la producción en las sociedades. El paradigma de la segunda ética se basa precisamente en el desarrollo material de las sociedades occidentales y de las que eran parte de su influencia con la aparición de las revoluciones industriales en Europa, de tal manera que se originó el desarrollo de la ingeniería político- social, la cual asumía la postura de remediación de la depredación del hombre por el hombre y originó diversas posturas político-sociales[2]. Estas posturas son las clásicas del comunismo y el capitalismo y las dos representan las caras de una misma moneda, ya que las dos posiciones son resultado de un desarrollo de la sociedad global, pero en un enfoque donde prevalezca la justicia dentro del desarrollo material. El capitalismo plantea el desarrollo de una sociedad basada en el individualismo democrático forjada en la filosofía liberal y frente al caso del comunismo, éste se planteo como un enfoque colectivista, autoritario y dialéctico[3]. Estos dos enfoques, en ningún momento de su historia se preguntaron sobre la problemática ambiental, ya que ambos tenían un plan de desarrollo basado no en el respeto por la ecología, sino en la producción y en el consumo. El más pernicioso para la población humana, de acuerdo al texto “Hacía una ética global” fue el comunismo que no contemplaba ni reconocía el derecho de las personas a dudar del proyecto de felicidad colectivista como el más adecuado. Estas constantes violaciones de los derechos fundamentales del comunismo puso en alarma al otro sistema- el capitalismo- y este supo manejar la intervención de los derechos individuales y para ello se creó la seguridad social y la independencia de los pueblos que colonizaba, pero ya no desde una perspectiva territorial, sino a crear un enlace económico que fuera el vínculo de dependencia. Tras la caída del sistema comunista debido a su encierro y al no asegurar el bienestar de sus poblaciones con el desarrollo material que desembocaba en el desarrollo tecnológico. Así fue como el capitalismo tomó la posta del desarrollo enfocado en el consumismo y en la tecnología, a su vez ésta última  tuvo como consecuencia la globalización.
                Hasta nuestros días la globalización de la mano con la tecnología hizo un daño considerable la sostenibilidad para la vida del planeta, pues todo el daño se resumía en la frase del filósofo Edgar Morin: el hombre sabe lo que hace, pero nunca sabe qué hace lo que hace”[4]. Es por esa razón que el hombre al generar toneladas de inventos y de nuevas fórmulas para una “vida mejor” ha convertido a sus creaciones en algo impredecible, pues no sabemos cuánto más crearemos tan sólo para el fin del consumismo que envuelve a nuestras sociedades. Ahora bien, entendemos entonces que todo el desarrollo de nuestro planeta está enfocado en una problemática ambiental severa, la cual se ha convertido en uno de los temas más tratados en todas las esferas, pero que no es tratado directamente por las poblaciones y tampoco es abordado como un enfoque individual, ya que encontramos que la soluciones frente al consumismo y al calentamiento global, sólo se deja a grandes instituciones que manejan los hilos de la economía, como el caso de las grandes mineras, de las fábricas de países desarrollados  y de las empresas transnacionales. Pero deja cínicamente fuera de la problemática al ciudadano común de cualquier sociedad que no asume una posición crítica y efectiva frente a los problemas de sostenibilidad de nuestra especie. Por ello, el verdadero enfoque de nuestra tarea como seres humanos de este tiempo es primero abandonar toda idea de ingeniería político-social[5], pues está sólo se basa en el ideal de desarrollo material para alcanzar el bienestar social, y como segundo punto es el desarrollo de una sociedad basada en una tercera ola de valores éticos la cual tenga como puente dinamizador la sostenibilidad de la especie humana y de la vida en el planeta.
                Desde este nuevo ángulo de orientación ética, debemos resaltar que las negociaciones que pasan a ser tan lentas entre países para lograr la disminución de GEI, no sólo debe de tratarse como lo hacen los países desarrollados dentro de un punto de vista económico, pues nos enfrentamos al fuerza de un Titán tan grande y glorioso como lo es Gea y la tierra en su posición de orgullo y altivez jamás negociaría, pues sólo reacciona como ha hecho hasta ahora con la desglaciación y los cambios severos en los climas. Parte de nosotros entender que una cuestión ambiental no se maneja desde una perspectiva económica, pues todas las negociaciones no tendrán efecto si es que se sigue pensando que ninguno tiene responsabilidad más que los otros. Por ello, las instituciones universitarias y de la sociedad civil, tienen que comprender que el Norte que deben de seguir está enfocado ya no en una lucha anticuada, sino en vislumbrar soluciones y propuestas para la creación de una ética capaz de hacer sostenible la vida en el planeta tierra de todos sus habitantes. Para esto es bueno recalcar otra idea del filósofo Edgar Morin que plantea lo siguiente: "Estamos en un Titanic". Nuestro planeta tierra se ha transformado en poco tiempo en un lujoso barco, con toda la tecnociencia deseable a disposición de los que pueden vivir en primera clase. Pero no tiene rumbo, ni brújula. Y desde lo alto de su orgullo y autosatisfacción, se dirige de frente hacia su propia desaparición”[6]. Este barco llamado Titanic existe aquellos que están en primera clase y viven de lo mejor, como lo menciona la frase de Morin, y los otros que están en clases de menor nivel que tendrán menos lujos y menor calidad de vida. Por esa razón, tenemos el deber de pasar del barco que ha puesto al ideal económico como un factor de bienestar, para hacer que la vida de los seres humanos se vuelva ya no sólo un conjunto de ideas irresponsables con las generaciones venideras, sino que brinde una igual oportunidad en un mundo donde la globalización y las libertades personales se encuentren centradas en un pensamiento global-sostenible, el cual haga que nuestra perspectiva de vida no se centre en el problema de la redistribución, sino que busque alentar las fuerzas de los varones y mujeres hacía una conservación del ambiente quitándonos la idea de que el lujo o la depredación de nuestra y de otras especies es el camino adecuado para la realización del proyecto del ser humano. Es por eso que debemos dejar el Titanic y trasladarnos a un arca de Noé, con menos lujos, para aquellos que tienen, pero con mayor probabilidad de tener un mundo donde todos podamos vivir adecuadamente.
               

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