Nubes

Aristófanes


Cada nube un epitafio, cada instante se inserta en ella como si por sí
al saber su finitud sería también una respuesta.

Un recuerdo de la infancia se hace un pequeño cúmulo gris en el vacío celeste.
Te anuncias, tus cuatro patas que dividen el día y este silencio empapado de música.
Caigo en mí, como cuando miro al cielo: soy y sin saberlo me hago pasado.

Como con las nubes, todas aborrecen el reflejarse en el pavimento y
tú que lames todos los espejos y tú que marcas el mediodía.

Ligero latido que de por sí brota del pecho del viajero, ligero latido
que oculta su recuerdo en la serenidad de los pinos,
las nubes todas en su parsimonioso concierto nos miran
y son ese abrazo tosco de la nada.

Y aquí empapado de silencio reflejado en todos los hombres,
soy solo tiempo que bebes para calmar tu sed.


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