LAS CRUCES VIVAS DE HUARAZ

Cruz del mirador de Rataquenua


La ciudad de Huaraz tiene un pasado importante que contar, los detalles que se mantienen- muchas veces ocultos- son piezas de mucho valor para un estudio tanto a nivel histórico como sociológico, lo hallazgos de la cultura viva que en nuestra ciudad se pueden encontrar, a pesar del terremoto de 1970, nos relatan de forma cotidiana que el proceso de sincretismo iniciado por los pobladores aborígenes, tras la desaparición de la religión andina, siguen tan presentes como el avance de la modernidad y que las costumbres se mezclan no para desaparecer sino para transformarse y perdurar, siendo la principal característica para lograr este fin una adaptabilidad que asombra, pues a pesar del cambio de forma que pueda mantener un rito el símbolo sigue persistiendo hasta nuestro tiempos.

Son varias las hipótesis sobre el origen de Huaraz, desde su origen como la antigua villa de San Sebastián de Huaraz fundada por los españoles luego de iniciarse el proceso de la colonia en el Perú ya sea como un reducto de indios o como un campamento minero, este hecho resulta importante para poder entender que Huaraz desde sus inicios tuvo valor para la empresa española, ya sea por la necesidad de tener indios para el funcionamiento de las encomiendas o ya sea para el trabajo minero en la zona. De esta forma los corregidores tenían bajo su tutela un aproximado de 8,400 pobladores aborígenes para las encomiendas[1], este hecho convertía para la época a la villa de Huaraz en un centro donde la evangelización debería ser prioridad para el cumplimiento de las disposiciones de la corona. Sin embargo, las manifestaciones de la antigua religión andina no fueron ajenas en esta villa, así encontramos que se dispusieron diversas huacas o centros ceremoniales, los cuales tras la llegada de los españoles aún se mantenían en funcionamiento, en estos centros se albergan los ídolos (construidos de piedra o madera), por lo que en el proceso de evangelización era de rigor obligatorio la eliminación de cualquier otro culto anterior a los españoles y la necesaria conversión de la población natural al cristianismo, hecho que en San Sebastián de Huaraz se vio materializada en la creación de la parroquia de San Sebastián la cual se encontraba a la espalda del morro de Pumacayán, una posición estratégica de la cual hablaremos más adelante.

El proceso de evangelización implicó la extirpación de idolatrías, por ende la destrucción de los ídolos en las huacas. El proceso no se dio de forma pacífica, aquí es donde la historia de la extirpación de idolatrías parece volverse más interesante, pues en Huaraz y en todo el callejón de Huaylas, la religión andina mantenía sus prácticas de forma vigorosa aún después de la imposición de la religión cristiana, como bien lo señala Bárbara Bode citando al sacerdote Pablo José de Arriaga quien dejaba Huaraz luego de un periodo largo de intentar extirpar las creencias de los andinos: “hacer una larga y lamentable historia […] para desarraigar las huacas de sus corazones, hacía falta ararlas una segunda y hasta una tercera vez[2], resulta pues que el cambio de creencias propuesto por los españoles en la zona fue difícil, la mayoría de sus relatos concuerdan en decir que el aparente cambio era solo momentáneo volviendo luego de un tiempo a adoptar sus antiguas creencias, como lo cuenta otro sacerdote de nombre Leguía y Martínez: “la conversión aborigen redújose a una farsa hipócrita, o en el mejor de los casos, a una idolatría estúpida, sin efecto apreciable para su regeneración moral y su evolución civilizadora, baño dorado de cultura que pasó raudamente y sin fuerzas sobre la superficie sin interesar el cerebro ni el corazón”[3]. De esta forma los españoles pasaron de la destrucción de los ídolos a la destrucción de las huacas así por ejemplo, la huaca de Pumacayán, ubicada en el morro del mismo nombre fue destruía para que luego con las piedras del mismo construir el hospital del barrio de Belén y la iglesia de San Antonio[4] con estas acciones los españoles buscaron desterrar cualquier práctica anterior al antiguo culto; sin embargo esto produjo el sincretismo entre la religión andina y la religión cristiana.

Resulta una experiencia muy enriquecedora explorar cómo es que el proceso de sincretismo en el cual la religión cristiana y la andina tuvieron una mezcla singular donde símbolos como la cruz o las esculturas de los santos se volvieron el reemplazo de las antiguos ídolos de las huacas. Los extirpadores de idolatrías al ver que no podían desterrar de las huacas el culto andino- a pesar de la destrucción de los ídolos- procedían a colocar cruces en dichos lugares, así en la ciudad de Huaraz encontramos las siguientes cruces principales Pumacayán, en el barrio de Nicrurupampa se encuentra la cruz del Calvario de Auki, la Cruz del puente Calicanto cuyo nombre es Papa Aukiteeta (padre viejo)[5],el reemplazo de ídolos por cruces no fue otro que sistema que la fusión donde la población permitía el uso de símbolos propias de otra religión como es la cruz o la escultura de los santos, pero manteniendo dentro de ellos la creencia en sus antiguos dioses, sólo mediante la adopción de esta figura la población andina terminó por “aceptar” la propuesta de conversión traída por los españoles por lo que ahora las cruces eran los símbolos de su creencia.

La fiesta de cruces celebrada durante el mes de febrero en carnaval se caracteriza porque todas las cruces de diversos lugares tanto de la ciudad de Huaraz así como las zonas rurales son vestidas y llevadas de sus pequeñas capillas o ermitas a la iglesia principal en la ciudad de Huaraz donde tienen que ser bendecidas por el sacerdote, El hecho de vestir a la cruz tiene un significado más allá del estético, se viste a las cruces porque se las considera vivas[6], las cruces al igual que las personas requieren de cuidados y de atenciones para que de esta forma puedan otorgar una bendición a quien les pide algo, así las cruces develan en sueños futuros sucesos relacionados con la vida cotidiana o con la agricultura, pues su forma de hablar es esa. Las cruces requieren de ser atendidas pues al cambiar las telas que la cubren o los mantos de hojas de machitu  que las cubren pueden otorgar bendiciones, así como enfadarse si es que no se les presta los cuidados debidos[7], asimismo, las cruces tienen parientes, son hermanos, tienen hijos y son familiares con otras cruces[8], este hecho las convierte ya no en símbolos del cristianismo sino en figuras del sincretismo donde en el ritual se mezclan el símbolo de la cruz, pero persiste la forma de cuidados y forma de la religión andina donde los dioses son seres vivos.

La fiesta de cruces en la ciudad de Huaraz es una de las principales durante el mes de febrero, el valor que tiene como una muestra del sincretismo y de la persistencia de la cultura andina en nuestros días de la un valor distinto a otras fiestas de carnaval y considero que de tener un mayor estudio como un fenómeno antropológico que no se puede apreciar sólo desde un libro o de un artículo sino desde la fuente misma la cual tiene vigor e importancia y que debe de ser aprovechada por la comunidad huaracina como una de sus muestras de creación particular y al que aún no se le ha dado la importancia debida.



[1] ALBA HERRERA, Augusto, “Huarás, historia de un pueblo en transformación”, 2da edición, Huaraz, Editorial Killa, 2017, Pág. 74
[2] BODE, Bárbara, “Las campanas del silencio, destrucción y creación en los Andes”, 1era Edición, Lima, Editorial de Fondo del Congreso de la República del Perú, 2015, Pág. 290
[3] ALBA HERRERA, Óp. Cit., Pág. 84
[4] SALAZAR, José Antonio, del Blog “Un día como hoy en Huaraz”, “Breve historia de Pumacayan”, extraído de: http://undiacomohoyhuaraz.blogspot.pe/2014/08/breve-historia-de-pumacayan.html  , visto el 10/12/2017
[5] BODE Bárbara, Óp. Cit., Pág. 350.
[6] SALAZAR, José Antonio, del blog “Un día como hoy en Huaraz”, “Las Cruces de Carnaval”, extraído de: http://undiacomohoyhuaraz.blogspot.pe/2012/02/las-cruces-de-carnaval.html , visto el 10/12/2017.
[7] BODE Bárbara, Óp. Cit., Pág. 332.
[8] Ídem.

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